Nosotros

¿Quiénes somos?

Vida Cristiana es una iglesia cristiana bíblica pentecostal, fundada en 1996 por sus pastores Carlos y Susy de Stahl. Vida Cristiana forma parte de la familia internacional de Iglesias del Evangelio de Cristo, cuya sede se encuentra en Jeffersonville, Indiana, Estados Unidos.

¿En qué creemos?

Creemos en el único Dios Todopoderoso quien se revela y manifiesta a la humanidad como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Después de encontrar nuestra salvación en Jesucristo por gracia y por medio de la fe en Su nombre y en Su sangre redentora, Dios quiere que crezcamos y maduremos espiritualmente en Él. Esto resultará en un cambio interno de naturaleza y de actitud y en un cambio externo en nuestras obras, de tal manera que seamos un reflejo de Cristo en el mundo. Creemos que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para nosotros hoy, y en la responsabilidad de practicarla.

¿Cuál es nuestra misión?

Nuestra misión es ayudar a las personas que viven sin Dios y sin esperanza en este mundo, a encontrar salvación en Cristo Jesús; ayudar a los creyentes salvos a encontrar una relación más alta y profunda con Dios, enseñándoles a crecer espiritualmente hasta alcanzar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; dar a conocer el amor de Dios a este mundo que perece en tinieblas, dejando alumbrar nuestra luz por medio de buenas obras de ayuda al prójimo.

¿Porqué oramos y adoramos a Dios como lo hacemos?

Puesto que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre, Él sigue bautizando con el Espíritu Santo y fuego a todos los creyentes que se lo piden. El Espíritu Santo se manifiesta en y a través de nuestras vidas no solamente con manifestaciones milagrosas, sino también con demostraciones poderosas de alabanza, cantos aclamaciones, danza y otras expresiones tal y como lo describe la palabra de Dios. Además el Espíritu Santo ora a través nuestro con intercesión, con gemidos indecibles y con labor de parto espiritual. Cuando nuestros corazones arden en fuego del Espíritu Santo, no podemos hacer menos que amar al Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra mente.